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La cábula

Piel sin límites


 Carlos Sánchez
 
Soy un niño con los ojos abotagados. Un minuto, dos, quince, treintaitres, cuarentaiocho. Incrédulo entra la violencia a mi cuerpo. La butaca es mi refugio. No sé explicar qué significa catarsis, pero la intuyo, la huelo, la sufro.
Si alguien me hubiera dicho que a la persona que entrevisté por la mañana la vería convertida en la historia de mi familia, no lo hubiera creído. Si alguien me hubiera dicho que la impotencia acecharía como un perro rabioso a mi instinto, juro por lo más sagrado que es la palabra, que no me asomo al teatro.
Ahora despotrico: por qué no subí a partirle la madre a ese rufián que le escupía la cara a la dama. ¿Era mi padrastro, el amante de mi abuela, el novio de mi hermana?
Carmen Werner fumó cigarros ante mi olfato sobre la mesa de un restaurante. Me advirtió en esa charla la densidad de la pieza que ofrecería esa noche. Me lo advirtió pero yo lo entendí como si nada fuera cierto, por esa parsimonia humilde en su mirada, en sus palabras.
Carmen no pudo proyectar a mi instinto la magnitud de lo que me hablaba. Y fue entonces que me apersoné en el teatro, con la disposición de ver los cuerpos inmersos en la luz y el sonido dando de vuelcos.
Desde que puse mis codiciadas nalgas en el asiento, la prisión de mi infancia me llevó a recorrer las cuerdas, las paredes, la luz, el escenario completo que gracias al cielo nos ha regalado esta coreógrafa española.
Me ha maravillado el escenario todo, enseñando su intimidad, abriendo su pecho para liberar la manipulación de la cual es objeto todos los días. Lo he escuchado, lo he visto entregase dócil. El escenario está allí.
Dice Viki Miranda, ejecutante de Piel, la coreografía de la cual ahora sufro-gozo, que el Teatro de la Ciudad es uno de los más bellos en los que ha bailado. Yo agradezco a Provisional danza el regalo: para nuestros ojos el escenario todo.
Lo demás, del dolor del escupitajo, la violencia, la necesidad humana de sorber con crueldad la piel de los demás para gozar del sometimiento, eso es ya un acontecimiento al que tristemente me he acostumbrado.
Tal vez deba celebrar ahora que estas (os) españoles (as) me han devuelto a mi made con el labio sangrando, llorando ante la postura recia de la abuela que ni escuchar quería, porque sus palabras las dijo anticipadas, y el equivocarse para ella, en este juego de la vida, siempre estuvo prohibido.
Hace unos días conversaba con una amiga, mientras observábamos  una coreografía le abría una de mis fantasías: irrumpir en un teatro, intervenir una obra. Esa noche tuve la oportunidad, porque el muy cobarde que acompañaba a esa dama en el brindis de no se qué, le escupía la cara ante mis ojos. Ahora lamento el control raro (el cual hace unos días me describió otro amigo) del que soy dueño y por el cual no me pude abalanzar contra la bestia y abrirle la piel con mis puños.
Que violencia tan mágica he vivido esa noche.
Verla cubierta, con la respiración muerta y en su boca la boca del homicida, tal vez lo hubiera soportado, porque ya había fingido como si nadie supo, nada pasó. El ruido de una ambulancia entró a mis oídos justo en el instante del crimen. Bendita sea la coincidencia de esa sirena sobre el asfalto de la calle rosales. Qué manera de cerrar el telón.
Hubo un instante, o muchos, que por justicia a la creación, no dejaré pasar. Muchas veces he dispuesto la mente a la obra mayor de José Donoso. Esa noche, en la coreografía de Provisional danza, el guión de El lugar sin límites, del chileno, estuvo reiterándome su grandeza. Y una vez más lo he comprobado, el arte me convierte siempre en un niño.
Quiero besar ahora la planta de los pies de Carmen, la frente de los bailarines. Quiero cerrar los ojos para retener los dos, quince, treintaitres, cuarentaiocho minutos de placer hundido como una estaca en el pecho. Y aplaudir la piel... sin límites.
 

3 comentarios

Ivanotto -

Chilo comentario que traslada de la ruques a la infancia, de la jodidez en la historia personal, provisional, al juego violento de las asociasiones

Mafafa -

Estuve ahi. Al día siguiente alguien compartió su parecer. Vió un burdel, \\\"un tema muy usado\\\", dijo el artista. Yo vi dolor, violencia, humillación, tristeza. Yo vi danza y a partir de tu texto, sé que cada quien observa a partir de su propia vida.

Jose Fá -

Aquí sí que permites conocerte. Me gustó mucho. Conmovedor, doloroso y dulce.