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La cábula

de efe

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 Sergio García

 Al amigo Carlos Sánchez y a todos los que luchan por la cultura

Desde que lo conocí hace años, aun con pelo corto y un poco más de civilidad, ya me parecía un tipo raro, uno de esos periodistas solitarios, que se apareció cualquier día por Guaymas, siendo yo corresponsal de El Imparcial.
Ambos anduvimos detrás de casos semejantes. Atraídos por el olor de la sangre quizá, de la tragedia que desgraciadamente siempre atrae consigo a policías, mirones, llanto, servicios funerales…y a reporteros.

Así coincidimos ambos en el caso de Misael, aquél joven "mata-siete" originario de Sinaloa que "se aventó" a casi una decena de cristianos, cual muslmán con cimitarra, en la carretera Guaymas-Hermosillo. Remember al taquero asesino.

Aun recuerdo que ante uno de los casos, creo que en el 2003, un comandante de la Policía Federal Preventiva aseguraba, irresponsablemente, que era un ajuste de cuentas, sin investigar más, pues donde entran narcos, no investiga la policía. Así se usa en México. Ajuste de cuentas y crimen resuelto.

Luego nos vimos de nuevo con el asunto del "Doble crimen de la colonia San Vicente". En ese tiempo mantenía yo una dura batalla contra la lógica general de culpar a dos personas, sin pruebas, de haber asesinado una madre y a su hijo.

En ese tiempo publicamos un reportaje en tres partes, aun contra la voluntad de cierto editor corrupto: "Un caso de fabricación de testigos es el desenlace que podría tener el proceso penal contra José Luis Sánchez Martínez, de 57 años de edad, indiciado por la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).


"El profesor Sánchez Martínez fue detenido y acusado de ser el presunto asesino de su esposa Margarita Vargas López, de 45 años de edad y de su hijo José Luis Sánchez Vargas, que tenía 23 años aquél "martes negro", del seis de junio del 2000".

Y así como lo anunció el reportaje, publicado el dos de diciembre del 2002, un año o dos después, los inculpados salieron libres, gracias a que se demostró que la PGJE fabricó testigos.

En la soledad de navegar contra la corriente y la opinión de todos los compañeros, además de la traición de tu editor, después de estar convencido de la inconsistencia del caso por parte de la "Procu", apareció un buen día Carlos Sánchez a investigar el asunto.

En un viejo carro, sin marca, y con apenas gasolina, se apersonó en varias partes y se convenció de manera semejante de mi punto de vista. Fue cuando aprecié aun más su labor periodística y andariega.

Y así, a lo largo de los años hemos mantenido una buena amistad, sin necesidad de frecuentarnos. He apreciado su labor literaria, pues es de esos personajes a los que se le puede poner en sus historias: periodista y escritor, como si fueran cosas distintas.

Hace unas semanas lo encontré de nuevo camino al DF. Iba en el camión de perredistas. Al plantón. Me anticipó que uno de sus escritos saldría en El Laberinto, suplemento del diario Milenio. Y aunque no lo vi, si me topé hace dos o tres semanas con un artículo suyo en la Revista Milenio. "Conversaciones con asesinos" se llama su artículo, escrito de una manera por demás interesante.

Luego regresa del DF con una serie de crónicas que compiló en un libro llamado "de efe" precisamente, donde retrata la vida en esas calles de Dios o del Peje.

Desde la dedicatoria, a su hermano, aquél que lo salvó de morir ahogado, hasta la última página dedicada a Tepito, el libro es una aventura viva por esa ciudad desconocida, que aun no acaba por ser descubierta, contrario a lo que creyeron los españoles.

En lo personal a mi me encantó la crónica sobre Discos Vampiro, llamada Zitarrosa en Tepito y ojos que ven la vida para no quedarse abajo del barco.

Y es que a mí me encanta Alfredo Zitarrosa y su guitarra negra, o Doña Soledad, y qué decir de Stefanie.

Ahí Carlos Sánchez narra su estadía por esos mercados de una manera que retrata momentos y los revela, como película kodak, de una manera realista con su pluma.

Su encuentro con Víctor Roura y Eusebio Ruvalcaba es otra gran historia que debe usted revisar amigo lector.

Carlos Sánchez es un tipo raro, al que le sobra talento y lo ejerce solo, sin la asesoría de los genios, ni alguien más se entromete en su talento. Publicar en Milenio, es tener talento, además de tener la aprobación de Víctor Roura, el mejor de los editores de secciones culturales, es una prueba sobrada de talento.

Ya lo comentamos ayer. En la Librería Milenio puede usted comprar por módicos 50 pesos esta obra de crónicas elaborado además con el esfuerzo personal del autor, sin apoyos de imprenta o de algún mecenas. Nos vemos.
 

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