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La cábula

acelerar

Ya no más las manos entumidas. Ya no más la impotencia del Galaxie estacionado. Lo dejó de manejar hace muchos años. Porque las manos no le respondieron. Porque aunque las piernas eran innecesarias, porque el acelerador de moto se lo adaptaron a su medida, justo a un lado del volante, y con él también frenaba. Ya no más los ojos mirando la estética de la línea del su Galaxie. Acariciándolo como si fuera todo lo que le perteneciera. El Viky se esconde ahora dentro del carro. Esta allí mientras todos le lloran. Y es un zumbido de su pelo acariciando la ciudad. (c.s.)

llama de pólvora

Hecho pedazos es una frase de moda. Nació en la cárcel de Hermosillo. La escuché sobre un preso que no deseaba salir a la visita esa mañana. Tomaba café. Hecho pedazos está mi carnal allá en la celda. Escuché. Hecho pedazos resuena ahora por esa llamada de este medio día. La construcción del nombre de hombre y el llanto se sobreponía. El Rafa. Fueron dos palabras que ahora me ponen hecho pedazos. Se murió el Rafa. Ahora ni el poema sabinesco me salva. El Rafa se fue íntegro. Nosotros: hechos pedazos. (c.s.)

enfá

Necesito un violín. La euforia me traiciona. El corazón se vuelve loco. Es una bomba que estallará en el momento menos pensado. Latente. Si las cuerdas provocan mis dedos, la madera en mi piel con su olor entrando, sé que será un motivo para lidiar los días sucesivos. Necesito un violín. Sólo serán unas horas, tal vez un par de años. Necesito un violín y continuar en este cuento desesperado. (c.s.)

mejor

-Las artes son obra; por lo tanto, trabajo. Pero, diría Eduardo Nicol, el arte da un momento de ocio contra el neg-ocio; es decir, contra el trabajo obligado, el que no nos gusta. El artista, se supone, hace aquello que quiere y lo expresa en su obra. Aunque sea cansado y doloroso, el artista debe gozar con su trabajo. Jugar es disfrutar el momento. Y el artista juega con las normas y las técnicas, es creativo. (Rosa Palazón Mayoral)

EL VALOR DE ESCRIBIR LA VERDAD / por Bertolt Brecht

Para mucha gente es evidente que el escritor debe escribir la verdad, es decir, no debe rechazarla ni ocultarla, ni deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos, no debe engañar a los débiles. Pero es difícil resistir a los poderosos y muy provechoso engañar a los débiles. Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario. Renunciar a la gloria de los poderosos significa frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo ello se necesita mucho valor.

contracanto

Había una hamaca. Era el ritmo a la par del canto de la codorniz. Fortachón el nogal sostenía mi cuerpo. Mi madre bailaba entre los surcos quitando de su frente el sudor y de la lechuga la maleza. Había abejas. Y la miel la untaba en el chupón aquel de manta que diestro hundía en mis encías. Brincaban mis ojos agrios de polvo y sol. Abotagados siempre. Una esfera al punto de reventar. Era la gracia del horizonte que me contaba con sus colores la vida detrás del mar. En la ciudad aprendí que el corazón del ave se puede encarcelar. Y mutilar las raíces porque la modernidad cobra importancia. Sobre el río donde bebí los primeros chapuzones existe ahora el concreto ahogando la arena. (c.s.)

los días todos

Soy las notas de un piano. O ese violín magistral en la trova. Un oleaje es mi cuerpo un día después del mar embravecido. Canto sutil a la par de una mujer que lava la ropa de sus hijos. Soy la calle y sus piedras, polvo y llanto de una jeringa que entra por placer. Vengo ahora a desgarrarme la camisa para que los rayos del sol entren por mi piel. Justo allí, en el corazón de la cancha que nació posterior a mi casa que ahora es el baldío. Siguen las risas sobre el predio. Porque si antes el Pando viejo burlón y alcahuete contaba chistes con sus manos, ahora el recuerdo posterga la carcajada. Soy el nombre falso ante todos, porque si he de hablar con la verdad, confieso ahora que mi nombre es el Barrio. A donde vuelvo los días todos. Nomás para abrir la puerta de mi boca sin dientes en esos años de tropezones y cuetes en el cielo. (c.s.)

ustedes lo serán

-¿Tengo esa capacidad? Ja já... Mi atrevimiento, creo, viene de la apertura que siento hacia la gente. Tiendo mucho a intentar entender la naturaleza humana. Eso me permite actuar con mucha naturalidad. No te olvides tampoco del tiempo que llevo tratando con las palabras, con la gente. Hace un momento te toqué físicamente. ¿Te diste cuenta? Con naturalidad. La literatura me ha ayudado mucho a eso. Tú no puedes pensar que te toqué con otras intenciones. Tengo la confianza de que tú leerás mi rostro y yo el tuyo; a menos que seas patológico y me mates aunque yo te esté mirando con simpatía... (nélida piñón. fragmento de entrevista publicada en el financiero).