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La cábula

Fabio Morábito le falta el respeto a sus personajes

En Grieta de fatiga el autor quiere mostrar la riqueza de distintos estilos humanos, sin crear títeres
Por Baraquiel Mozo, enviado
Fabio Morábito ha afilado su lápiz de cuentista y en su más reciente libro de relatos, Grieta de fatiga (Tusquets, 2006), se leen historias con un lenguaje eficaz, libre de ornatos y excesos retóricos, sin dejar de ser preciso, aunque al autor no le gustaría que su prosa "llegara a verse como volátil o que esa transparencia fuera sinónimo de fragilidad".

Al escritor de origen italiano, quien llegó a México a los 15 años, le preocupa mucho evitar el uso excesivo de metáforas y asegura que en este libro "cada frase ha luchado para llegar a ser la oración que es, se ha despojado de pesos inútiles".

En las 15 historias que recoge este volumen, el séptimo en su carrera literaria, incluyendo sus poemarios Lotes baldíos y Alguien de lava, De lunes todo el año, Morábito presenta a personajes que viven una cierta inestabilidad, que no llegan a ser nómadas, pero que están lejos del sedentarismo.

"Quizás es un elemento nuevo en mi literatura, por ejemplo, en el libro anterior, La vida ordenada, sí hay una mayor estabilidad, son todos cuentos que transcurren muros adentro y aquí, tal vez, la inestabilidad es un punto común a todas las historias".

En este libro, insiste, hay también un mayor placer por contar una historia y una mayor falta de respeto hacia los personajes, sin que éstos se conviertan necesariamente en títeres.

"También hay una ligera vena de aceptación bastante sabia de la vida. Tal vez inconscientemente quería presentar como un fresco, muchas historias posibles, ver la riqueza de los distintos estilos humanos", describe Morábito.

Un hallazgo más que reconoce en su trayectoria es la reflexión literaria a través de sus personajes. La protagonista de su relato El valor de roncar, una escritora atormentada, odia la palabra creación y su único anhelo es dejarse ir por una pendiente suave que la haga salir de sí misma.

"Comparto la percepción de esta mujer respecto a la creación, me preocupa la idea de caer en una solemnidad. Ella quisiera que la creación fuera algo más liviano, más sensato, doméstico, que escribir no fuera un hecho tan lleno de dramatismo, que pudiera hacerlo de una manera más entretenida. Algo de eso hay en su visión del proceso literario: desolemnizar el acto creativo, sobre todo en esta época en la que hay tantos falsos creadores".

En la literatura y en las artes plásticas, por citar dos ejemplos -dice-, cualquiera cree que puede hacer arte porque tiene una cámara entre los dedos o una computadora.

"Tampoco se trata de escandalizarse. En el Siglo de Oro español, Góngora, Calderón, Cervantes, Lope de Vega, seguro estuvieron rodeados de infinidad de autores mediocres y sólo quedaron los gigantes. En los últimos años sí ha habido una explosión peculiar de falsos creadores, tal vez debido a que hay menos rigor y todo se ha vuelto más fácil".

Por su parte, Morábito se ha empeñado en alcanzar una mayor economía de recursos a la hora de escribir y ha puesto mayor atención a las peripecias.

La literatura, precisa, lo ha hecho salir de sí mismo y eso le ha permitido verse de otra manera. Por lo pronto no tiene "prisa" por llegar a la novela, se siente cómodo en la narrativa breve y en la poesía.

"Cuando tenga que escribirla lo haré, no tengo nada en contra de este género, pero me gusta mucho el cuento, así que jamás haría una novela de 800 páginas".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 comentario

Ara -

A mi tambien me agrada mas el cuento.
Saludos, Chavo.