Jorge Meléndez Preciado / El Universal
Uno de los periodistas más acuciosos acerca de sucesos violentos y terribles de la actualidad es Víctor Ronquillo. Entre sus textos está: La muerte se viste de rosa (Ediciones B), que reseñamos en este diario. En dicha obra hay un seguimiento puntual acerca de 15 asesinatos contra homosexuales en Chiapas, cuando desgobernaba esa entidad Patrocinio González Garrido. Homicidios que continúan impunes. También leí de este autor el primer libro que se escribió acerca de Las muertas de Juárez (Planeta). Uno y otro son investigaciones serias, arriesgadas, documentadas sobre asuntos que inquietan a la sociedad. Desde luego que hay más trabajos de este sagaz reportero, incluso en coautoría con otros tecleadores. Ahora en Un corresponsal en la guerra del narco (Ediciones B), Víctor nos muestra una serie de cuentos del fenómeno más inquietante para la seguridad del país. Pero las creaciones tienen sustento en historias que hemos escuchado algunos y otros han podido relatar. Y la ficción lejos de hacer más amable ese pantanoso terreno del tráfico de drogas, muestra con mayor precisión hasta dónde han llegado aquellos que están al margen de la ley pero utilizan a quienes la debieran aplicar para cometer innumerables fechorías.El segundo relato acerca de los narcocorridos nos remite al reciente caso de Valentín Elizalde, El Gallo de Oro, que luego de cantar A mis enemigos, fue ultimado a la salida de un palenque. Ronquillo, que escribió con anterioridad su versión, dice: «Supo que le tenían reservada una cita con la muerte». Y en una letra de canción dice: «No llegaron lejos, les salieron al camino. los toparon hombres de verdad».Al último tenemos dos creaciones que hablan de ese fenómeno extendido y poco estudiado, la Mara. Lo mismo se entrecruzan los polleros que homosexuales dueños de sitios donde se hospedan los centroamericanos que la habilidad de esos chamacos para organizarse y ganar territorios. Al final, los que alentaron a esos pandilleros quieren eliminarlos debido su crecimiento explosivo.Todo ese drama espeluznante se presenta como si fuera una bella historia de amor entre Samantha y un marero de 23 años. El escribidor anota: «Dicen que los Maras son hijos del Diablo; para mí que son hijos de la miseria y sus pesadillas».No podía faltar el ex encargado de giras presidenciales, Nahum Acosta, amigo de Manuel Espino. Como recordamos, el primero fue acusado por el entonces procurador Rafael Macedo de la Concha, de estar ligado a cárteles. Salió absuelto. Hace poco, empero, balearon sospechosamente a un amigo de Acosta y Espino, el diputado panista, David Figueroa. Dos anotaciones: «Siempre es bueno tener de aliado a un narco cuando se busca volar alto, muy alto». Y: «demostrar una vez más que en México nadie es capaz de esclarecer un crimen».En Manuel de oficio reportero. Desparecido, estamos seguramente ante la historia de Alfredo Jiménez Mota, el compañero que sigue ausente a pesar que Fox dijo que harían todo para que encontrarlo. La demagogia sin fín.En la contraportada leemos: «Ficción y realidad se mezclan en esta recopilación de negras historias del narco». Y anota Víctor, «Cualquier semejanza con la realidad no es una coincidencia, sino una desgracia».Historias finas y terribles, de pesadilla y desesperación, de valor y exquisitez.* Periodistajamelendez@prodigy.net.mx (Planeta).
Uno y otro son investigaciones serias, arriesgadas, documentadas sobre asuntos que inquietan a la sociedad. Desde luego que hay más trabajos de este sagaz reportero, incluso en coautoría con otros tecleadores.
Ahora en Un corresponsal en la guerra del narco (Ediciones B), Víctor nos muestra una serie de cuentos del fenómeno más inquietante para la seguridad del país. Pero las creaciones tienen sustento en historias que hemos escuchado algunos y otros han podido relatar. Y la ficción lejos de hacer más amable ese pantanoso terreno del tráfico de drogas, muestra con mayor precisión hasta dónde han llegado aquellos que están al margen de la ley pero utilizan a quienes la debieran aplicar para cometer innumerables fechorías.
El segundo relato acerca de los narcocorridos nos remite al reciente caso de Valentín Elizalde, El Gallo de Oro, que luego de cantar A mis enemigos, fue ultimado a la salida de un palenque. Ronquillo, que escribió con anterioridad su versión, dice: «Supo que le tenían reservada una cita con la muerte». Y en una letra de canción dice: «No llegaron lejos, les salieron al camino. los toparon hombres de verdad».
Al último tenemos dos creaciones que hablan de ese fenómeno extendido y poco estudiado, la Mara. Lo mismo se entrecruzan los polleros que homosexuales dueños de sitios donde se hospedan los centroamericanos que la habilidad de esos chamacos para organizarse y ganar territorios. Al final, los que alentaron a esos pandilleros quieren eliminarlos debido su crecimiento explosivo.
Todo ese drama espeluznante se presenta como si fuera una bella historia de amor entre Samantha y un marero de 23 años. El escribidor anota: «Dicen que los Maras son hijos del Diablo; para mí que son hijos de la miseria y sus pesadillas».
No podía faltar el ex encargado de giras presidenciales, Nahum Acosta, amigo de Manuel Espino. Como recordamos, el primero fue acusado por el entonces procurador Rafael Macedo de la Concha, de estar ligado a cárteles. Salió absuelto. Hace poco, empero, balearon sospechosamente a un amigo de Acosta y Espino, el diputado panista, David Figueroa. Dos anotaciones: «Siempre es bueno tener de aliado a un narco cuando se busca volar alto, muy alto». Y: «demostrar una vez más que en México nadie es capaz de esclarecer un crimen».
En Manuel de oficio reportero. Desparecido, estamos seguramente ante la historia de Alfredo Jiménez Mota, el compañero que sigue ausente a pesar que Fox dijo que harían todo para que encontrarlo. La demagogia sin fín.
En la contraportada leemos: «Ficción y realidad se mezclan en esta recopilación de negras historias del narco». Y anota Víctor, «Cualquier semejanza con la realidad no es una coincidencia, sino una desgracia».
Historias finas y terribles, de pesadilla y desesperación, de valor y exquisitez.
* Periodista
jamelendez@prodigy.net.mx
0 comentarios