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La cábula

irivenir

Teníamos piojos. Brincaban de aquella cabeza a esta. Los compartíamos. Era un árbol frondoso el que acariciaba nuestras nalgas de niñas. Usábamos faldas. Y el verdor espeso que subía y bajaba en nuestras narices se confundía con las hojas del yucateco. Ahora escucho el tren y veo al lobo que le gritaba a la luz del farol. Es la voz de una cantante negra la que me lleva hasta allá. Me desgarro los párpados mientras el verso que es recuerdo infla mis tripas hasta reventar. Teníamos piojos. Éramos canto constante feliz. Ahora hay tiempo para el análisis. También cambiamos pañales. (c.s.)

3 comentarios

Tere -

Yo tambien tuve piojos.... y cambié pañales... me absorven tus letras

marta co. -

no puedo dejar de leerlo.

Anónimo -

qué hermoso.