Pupila
La venda en los ojos. Ayer estuvo el sol. Las nubes lo taparon. Fue un instante. Dicen que en el barrio hubo posada dulces y clamor de un político. Ayer en lo que fue la casa y mi padre dejó su cuerpo, la música llenó de recuerdo la vista cansada de ese viejo. Porque él sigue viendo. La muerte sólo le sirvió para eternizarlo. Bien me lo dijo hace no sé cuántos años. En una mañana del primer sorbo: soy cabrón si después de muerto vuelvo. No necesitaba. La venda en los ojos es transparente. Lo observa todo en esa su posición de hombros caídos. Dónde de está la ausencia. En casa de la reputamadre que parió al político. Los morros siguen venerando al ruco, el que fue mi jefe, porque ahí lo ven, se les aparece, y hay quienes incluso turiquean con él. (c.s.)
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