alado
Hay dentro del pecho un ruido constante. Es la vibración de un hilo que resuena y suena. Dice un nombre. Inventa sílabas tres. Un nombre de mujer. En ocasiones va a más e inventa historias. Divaga. Observa gaviotas sobre el cuerpo dormido. Las aves le dicen el nombre aprendido. Ayer por ejemplo vinieron de nuevo y dijeron más que las sílabas. Cuenta el sonido del pecho que las gaviotas le han construido la mirada perfecta, la voz exacta, el pelo definitivo. Ella en su andar no va más que a su pecho. Por eso el ruido incesante pende del hilo de su nombre. Es un grito por la calle, detrás de la ventana. Son los pasos sus huellas encima de la vibración. Es un ruido desesperado. Es un dónde estás que ahoga la vida. Es un ruido que va al vientre. Un ruido que se impacta por el camino del vaho. Contra el cristal frente a su boca. Es un ruido vibrar que apaga la mirada. Es un ruido... (c.s.)
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