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No me gusta lo que escribo. Es más, me disgusta. Y menos sobre la muerte. Porque hay que decir las virtudes del muerto.
Apenas ayer lo miraba en la memoria, escuchando historias de los presos que eran mis alumnos. Ahora ya no está. Que lo incineraron, informa la prensa.
Tendría que ponerme nostálgico, melancólico, porque lo oí hablar, porque recorrimos juntos un día la ciudad. Y ahora ya no está.
La ponzoña del bigote se enredaba entre sus dedos, y hablaba a borbotones: Rafael Ramírez Heredia...
-carlos sánchez-.
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