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La cábula

Siempre blues

Siempre blues

Carlos Sánchez 

 

Alamos.- Callejón Zaragoza es la arteria que transita hacia el blues.

Y un reventar la emoción en la garganta de Lupita la vocalista.

Tal vez si se lo hubieran dicho no lo hubiera creído: John sexagenario nativo de los Estados Unidos dejó fluir su cuerpo en las notas y acarició con su compás el viento alamense.

El de los yunaires tal vez nunca imaginó la presencia de Erick Clapton, Janis Joplins y John Lennon en los acordes de Tashne blues banda que con su interpretación llenó el escenario aposentado en el callejón cuyo nombre invoca al general Zaragoza.

Y positiva fue la respuesta cuando Rubén el de la armónica, sugirió la compañía en el ritmo de la rola. Y el tronar de los dedos estuvo.

Enumerar el repertorio es cosa del pasado. Y citar el estribillo coreado no bastaría para transmitir la emoción.

Anglosajones y mestizos sintieron la energía en la garganta, el requinto, la batería, el bajo, la armónica: la voz toda entrando en el cuerpo en un vibrar sostenido.

Y que no sólo de ópera vive el FAOT, lo dijeron con sus pies quienes sintieron la sensualidad del blues.

Del callejón Zaragoza hacia la plaza de armas, de la plaza de armas hacia las paredes de la iglesia, de la iglesia hacia palacio Tashne en un crujir que antecedió al concierto de gala de esa noche.

Para que el pudor no se presente, para que la represión no vuelva por sus fueros, para que la libertad no pierda vigencia, una vez más la reacción del cuerpo doblegó al policía que todos llevamos dentro y la danza despreocupada levantó los brazos a propuesta del director de Tashne, Fito Lizárraga. Y bailar y bailar.

Para que el sueño no termine, parecería decir el sexagenario sajón secundado por sus compatriotas, quienes en un grito desesperado solicitaron, como pidiendo clemencia, la otra de los bluseros.

Para que el sueño no termine: no hubo crédito para la incomplacencia, en un tronar de guitarra y las notas acompañaron la voz de nuevo. Y el baile otra vez.

¿Cómo interpretar la presencia de los nacidos en el país del cuatro de julio sobre el escenario intentando hablar con los Tashneros?

El abrazo de la gringa para la vocalista, es conclusión lógica, un agradecer del talento.

Ni mestizos ni sajones olvidarán esa noche de blues sobre el callejón Zaragoza, arteria sobre la cual escrita ahora vive esa historia de rolas que se escribieron para siempre. Y Tashne interpretó para todos, con honestidad, como siempre.

 

Es Álamos

Es Álamos

Alamos.- Otra vez los callejones: desfile de ojos encontrando el arte todo. Y la fiesta que se dibuja perenne es un tic tac que marcha a la par de los grados centígrados que descienden.
Álamos es desde ahora en adelante la abreviatura fácil para encontrar la ópera en gala y todo ese trajín cuasi urbano que se desplaza por la arquitectura colonial. FAOT son las letras que llaman a los turistas, a los amantes del ruido elegante: manipulación en las notas que alcanzan la voz.
Álamos es también el pretexto para hilvanar un día más en la vida de los otros, los de la resistencia, los de mochila, los sin nombre. Álamos es no sólo la estadística de eventos en un programa completo apresurado rafagueante.
Álamos es el encuentro con su origen en ese niño que golpeó con sus pasos la adolescencia hasta volver a la infancia. Arturo Márquez es uno más entre los muchos todos que desfilan por las calles celebrando la existencia, la inmortalidad de Alfonso Ortiz Tirado.
Álamos es la reiteración del poder de los pocos y la debilidad de los muchos, la insistencia en la entrega de la tierra y el esfuerzo mismo para servir al patrón venido del norte. Álamos es, paulatinamente, una colonia de nacidos en los yunaires, que con su inglés perfecto se han posicionado del paraíso terrenal.
Álamos y su FAOT es la coyuntura para que Sergio Vela (directorsísimo de CONACULTA) haga la visita bajo condiciones establecidas para que su comodidad sea garante de que en Sonora el canto y la cultura va por buen rumbo.
Álamos es la pausa a la violencia de todos los días en el estado donde nada ni nadie por encima de la ley es la consigan que divulga el oficialismo gubernamental.
Hay en álamos también la otra rutina, la del chorizo con huevo como desayuno, la de la resaca producto de la callejoneada de anoche y esas guitarras incentivando la garganta dispuesta para el vino, el tequila, la cerveza.
Álamos es un receso al acelerado fluir de la sangre que la ciudad obliga, y en ello la tensión de los músculos, la desesperación de la luz en rojo en el semáforo, el tronido del cláxon.
No es un derroche gobiernista los dineros invertidos en el arte, es también la formación de públicos, la oferta de arte como herramienta para enfrentar la vida, el empleo efímero de ejecutantes que con sus propuestas conforman la nómina impresa en el programa general del FAOT.
Y qué si la derrama fluctúa entre uno o dos millones, eso con la risa congelada en el rostro bien intencionado lo gana un diputado durante su gestión. Tal vez más.
Álamos es un volver a la oportunidad de saber que el arte existe. Y un móvil para que los alamenses encuentren empleo, aunque sea de paso.
Los estadounidenses dueños de casas-haciendas también hacen de las suyas, alquilando habitaciones a no muy bajos precios. Y una sonrisa les dibuja la transacción.

Álamos es un grito operístico, un lapso sensible que transita por los callejones.  Álamos es...   (c.s.)

 

Diario de un seductor

 

No es tu sexo lo que en tu sexo busco

sino ensuciar tu alma:

desflorar

con todo el barro de la vida

lo que aún no ha vivido.

(Leopoldo María Panero)
Viernes, 12 de enero de 2007

Retrata DF "con ojos de niño", el plantón contra el fraude electoral

La jornada

 

El periodista Carlos Sánchez reunió en un libro sus crónicas sobre el movimiento

Llegué desde Sonora con el pretexto de la asamblea de López Obrador, pero la participación de la gente y la solidaridad que vi hicieron que me quedara, asegura el autor

ARTURO GARCIA HERNANDEZ / La jornada

El primer libro sobre la histórica movilización social derivada del conflicto electoral de 2006 ha sido publicado recientemente. Lleva el simple título de DF y su autor es el periodista y escritor sonorense Carlos Sánchez (Hermosillo, 1971).

Se trata de un conjunto de crónicas realizadas durante el plantón llevado a cabo por los seguidores de Andrés Manuel López Obrador ­entonces candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos­ en el Zócalo y Paseo de la Reforma, como parte de las acciones de la denominada resistencia civil pacífica contra "el fraude electoral".

Con "ojos de niño sorprendido" Sánchez observa, luego reflexiona y escribe, dejando una serie de testimonios vívidos e intensos que reflejan aspectos de uno de los movimientos sociales más amplios y prolongados de que se tenga memoria, quizá desde la Revolución.

El autor permaneció en la ciudad de México durante 20 de los 49 días que duró el plantón en las avenidas Paseo de la Reforma, Juárez, Madero y del Zócalo.

Lo singular del hecho es que Sánchez no venía específicamente a integrarse a los campamentos, tampoco milita en ningún partido y no formaba parte de los simpatizantes que en Sonora compartían la causa de López Obrador: "Fui al Distrito Federal porque las rutinas ahogan y yo quería salir un poco de Hermosillo".

El pueblo no se equivoca

El periodista supo que saldría un autobús con una delegación que asistiría a la asamblea convocada por López Obrador el 30 de julio. "Se dio la oportunidad y me trepé a ese camión por razones económicas: el viaje sólo me costaría 400 pesos de ida y vuelta. Dije: voy con pretexto de la asamblea, pero la verdad es que a mí me valía madres.

"Llego allá y me sorprendo. Veo a la gente, al pueblo, a los artistas, a los intelectuales, veo su actitud y pienso: tengo que escribir. Siempre he creído que el pueblo no se equivoca, que el pueblo es sabio. Entonces me pongo de acuerdo con un medio de Hermosillo, La Pluma se llama, y empiezo a hacer las crónicas. Así es como nació este libro, DF, al calor del momento.

"Sería un mentira bárbara decir que soy apolítico. ¡Ni madres! De un modo u otro siempre terminamos participando. Supe que tenía que escribir y lo que tenía que decir, la gente me lo proyectaba con su rostro, con sus miradas, con sus palabras. En la medida en que veía, oía y me informaba, me fui convenciendo de que efectivamente López Obrador había ganado las elecciones."

­¿Eres lopezobradorista?

­No. Creo que López Obrador es un político más, alguien que persigue el poder, pero sí creo que es un bato con más capacidad y sensibilidad social que Felipe Calderón. Finalmente ahí están las cosas que lo avalan, lo que hizo en la ciudad de México, desde obra pública hasta ayuda social, apoyo a los ancianos. Nadie le ha podido destapar una bronca de corrupción, probar que haya sido un corrupto. Por eso la banda, la gente, lo veía con esperanza y se identificaba con él, confiaban en que con él las cosas podían cambiar.

En los días de las elecciones, la televisión difundió profusamente unas gráficas en que se veía a las distintas entidades pintadas según la presencia que tuvieran los principales partidos en cada una de ellas: azul (PAN), rojo (PRI) y amarillo (PRD). El país finalmente se veía dividido en tres partes. La mayor parte del norte aparecía azul.

Al respecto, Carlos Sánchez considera que tales imágenes tenían el propósito de manipular, de decir de esa forma: "mira el mapa, se puso azul con unas manchas amarillas, ya te chingamos. Era una estrategia más de los medios de comunicación masivos que están coludidos con el poder político y con los dueños del país. Es como esa campaña constante que hacen del DF como una ciudad de gente violenta. ¡Cómo han rajado leña con eso! Uno está en Hermosillo y piensa: en el DF se creen el ombligo del mundo y son muy culeros. Pero estos 20 días yo me encontré una banda muy propositiva, muy trabajadora, muy solidaria y me la pasé feliz, comiendo con pocos recursos, encontrando la solidaridad de la policía. Encontrarte un policía que te ofrece solidaridad es como encontrarte una aguja en un pajar".

Precisamente por aquellas tergiversaciones, "hace mucho que dejé de creerle a Televisión Azteca y Televisa. También por eso hice el libro, para dar un testimonio de primera mano de lo que vi y de lo que estaba ocurriendo".

DF fue publicado por La Cábula Ediciones, sello fundado por el propio Carlos Sánchez con el propósito de abrir un canal para difundir la creación literaria de autores cuya obra no encuentran cabida en otros espacios, locales o nacionales. En La Cábula, Sánchez también ha publicado recientemente un volumen de relatos ficticios basados en hechos reales, Señales versos.

(Los libros publicados por La Cábula tienen una circulación restringida, pero "llegan a las manos que tienen que llegar". Se consiguen en venta directa con Carlos Sánchez o en un par de librerías de Hermosillo. Cualquier persona interesada en contactar al autor puede hacerlo en la siguiente dirección electrónica: abigaelsc@hotmail.com).

de faul

Ayer corté de tajo un gajo de mi vida. Cavé la tierra para hundir un poco de las calles del barrio. El polvo, la horquilla de la bicicleta que se partió para abrirnos la cabeza contra la barda de la escuela. En yuxtaposición imprimí el papalote que se perdió entre las piedras del picacho. Para no llorarle más ese instante. Ayer volvió la risa de las canicas y el trompo. Jugar al beis en campos diminutos, con fichas atrapando la bola que era un calichón. Bateábamos con un rayo de bicicleta la esfera que rebotaba en un azulejo. Era la necesidad la invención del placer lúdico. Ayer mi equipo se coronó otra vez. Y la nostalgia por esos patines que no, sepultada está en ese gajo de vida. (c.s.)

Adiós, Carmela / por Eusebio Ruvalcaba

Adiós, Carmela / por Eusebio Ruvalcaba

Para los amigos que hicieron menos doloroso el trance

Se dicen muchas cosas.

Se dice que el pasado 22 de diciembre, a las 8 y media de la noche, murió una pianista de nombre Carmela Castillo Betancourt, viuda de Higinio Ruvalcaba. Que había nacido el 16 de julio de 1915 en el corazón de la Cudad de México, en Plaza de la Merced número 8. Que su padre, Eucario Néstor —indígena de las faldas del Popocatépetl—, vio tanta disposición en su hija para el piano, que decidió construir un piso más en su casa para acondicionar lo que sería el estudio de música, el cual dotó de dos pianos Steinway: uno de gran cola y otro de tres cuartos de cola, y uno vertical Ronich.

Se dice que en 1939 la Orquesta Sinfónica de México, dirigida por Carlos Chávez, estableció los concursos anuales para solistas, y en el primer concurso triunfó Carmela, por lo cual tocó el III de Beethoven el 8 y el 10 de septiembre en el Palacio de las Bellas Artes, bajo la dirección de Carlos Chávez, y ante el éxito clamoroso que tuvo, Chávez decidió repetir el concierto el 1 de octubre en el Anfiteatro Bolívar. Y que todo habría salido a pedir de boca excepto porque el violín concertino de la Sinfónica de México era don Higinio Ruvalcaba —quien, por cierto, fue el único de los cien músicos que no felicitó a la solista.

Se dice que el 14 de diciembre de 1946 Carmela e Higinio contrajeron matrimonio en la ciudad de Mérida, Yucatán, donde el violinista había huido en compañía de la que sería su esposa luego de robársela.

Se dicen más cosas.

Se dice que por alguna razón, que no es del conocimiento de nadie más que de ella misma, decidió abandonar su carrera como solista y dedicarse íntegramente a la música de cámara y al magisterio. Que formó con su esposo un dúo de sonatistas que hizo historia por la enorme comprensión de la música, el dominio técnico de sus respectivos instrumentos, la altísima musicalidad que hacía de cada recital un acontecimiento sagrado, la versatilidad de su repertorio y, claro, el amor que corría de un ejecutante al otro como en una suerte de río inagotable. La preparación para aquellos recitales era ardua. Ciclos completos de sonatas de Beethoven, Brahms, Mozart, Schumann, Mendelssohn, Fauré, y tantos otros, poblaban los rincones de aquella casa de Mixcoac.

Se dice que, por si esto fuera poco, Carmela trajo al mundo cinco hijos, de los cuales dos murieron recién nacidos. Que su energía y amor los volcó en la música y en sus hijos, dos mujeres y un hombre. Había que verla cuando les gritaba que la comida estaba puesta. O cuando los corregía. Dícese que tenía la mano muy pesada y que no se tentaba el corazón si de arrimarles una tunda se trataba. Mujer culta y preparada, lectora de alemán y francés, se preocupaba profundamente por inocular en sus vástagos el gusto por las artes, por la matemática, por todo lo bello. Comidas regias, visitas a museos y galerías, lecturas comentadas, nada escapaba a su mirada protectora.

Se dice que esa mujer es mi madre. Lo cual es cierto. Me lo dice el corazón. Nadie me ha querido como ella. Descanse en paz.


eusebius1951@cablevision.net.mx

qué todos

que ganas de que nadie sepa tu belleza

que nadie repare en esa niña que sos

que nadie corte una flor pensándote

que nadie trepe en bicicleta para recorrer tu calle

que nadie silve en la esquina bajo el poste de la luz

que nadie tenga un corazón reventado por vos

que nadie para que yo: sí

fumar

Puede estrellarse contra la luz violeta de las piedras en la tarde que cae. El alma. Estrujarla. Es el existir un alambre de púas. Yo un pájaro inserto en él. Porque la muerte esta vez no. Arrancar lágrimas no. Un dolor si acaso hacia dentro celebrando el ciclo de ellos que se desprenden del aire. Porque era necesario. Dos muertos dos amigos dos. Uno tras el otro. Y qué si la risa se sobrepone porque el color es leve y hay humo entrando en el cuerpo para encender la vida. La risa es un cagarse de la guadaña que enseña el filo. (c.s)