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La cábula

Alonso en elevación

Alonso en elevación

Carlos Sánchez 

Celebro la muerte. Hay que tumbarse las botas de metal para que el cuerpo se eleve. Muerto el sonido de la garganta, la rigidez de los músculos, el movimiento de los ojos, el reflejo de los dedos. Duelen las horas, el eco, la tapa de las cápsulas, el papel convertido en pez, el aire que se niega.Ya las teclas no obedecen, el cerrojo de la puerta ante el último amigo que se va retiembla en los intestinos.Las buganvilias están solas, el catre no se abre, los libros son una polvareda que grita dentro de la casa.La luz se apaga, se enciende, juega, martiriza: ¿por qué el grillete de la vida se burla?Lo ha visto la poeta su amiga de veras, Alonso ya no es el mismo, ¿y si te duermes para siempre?Laura Delia y él conversaron en una noche de gala, cuando la fiesta de la ciudad requería de su presencia, “me trajeron a la fuerza”, un verso que sale desde su resistencia. El poeta estuvo con la cabeza gacha durante las horas de pirotecnia.Lleva el nombre de su poesía un galardón nacional. Había que entregarlo por vez última antes de morir. ¿Y si esas horas la almohada hubiera acariciado sus sentidos?La vi, la vida, Vidal. Un poema citado de otro poeta. Alonso clava su existencia entre nosotros, y lo utilizamos, lucramos con su memoria desde antes, desde siempre. Un quedito suspiro y un remojón del pecho dentro. Los ojos en estruendo por la pasión y el desenfreno. Alonso abotagado el cuerpo y no por el líquido que retiene. Es la intensidad que lo pone como un sapo ansioso de brincar sobre la emoción.Se acabó el hígado y el corazón no le cupo más en el cuerpo. Un sombrero pulula por el túnel: es el sonido de las botas citadinas vestigio de música de viento en sus oídos.  Todos estuvimos alguna vez en su casa cantando y él encabronadamente de feliz nos escupió un pendejo en la cara.Qué es del poeta ahora si no el respeto para siempre. Ahuyemos de una vez. Digamos todos que le amamos hasta en su muerte. Que el pudor no exista. Un poema es lo de menos: reconozcamos que somos amigos del poeta y que la sociedad nos aplauda. Muerto el metal del cuerpo la vida se eleva. Y allá va: Alonso. 

 

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